Hablábamos de humanidad –tres bebés, nueve mujeres y un varón- naufragada en el mar frente a Motril.
Mi hermana pobre de santa Clara intuyó que mis palabras denunciaban la ausencia de un clamor que retumbase poderoso en las conciencias y diese voz a los muertos para reclamar justicia.
Pero ese clamor –me dijo- no será posible.
Mi hermana pobre de santa Clara lo expresó así:
“Il nostro Occidente opulento continua ad avere la bocca chiusa per il troppo che ha…”.
Traducido con libertad, esto era lo que me decía:
Nuestro Occidente opulento mantiene la boca cerrada porque la tiene demasiado llena.
Julio de 2010.
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