Libres y dueños de nuestras palabras

La noticia, tomada de Religión Digital (21 de abril de 2009), rezaba así:

El catedrático y ex presidente del Congreso de los Diputados Gregorio Peces-Barba opinó hoy en Granada que la Iglesia Católica en nuestro país "se mete donde no le llaman" e indicó que esta institución debe aprender a encontrar su sitio en la sociedad.

Según la noticia, esta opinión la expresó el señor Peces-Barba en el contexto de una conferencia sobre “Laicidad y Ciudadanía”, impartida en la Universidad de Granada.

Hace más de sesenta años que soy Iglesia, es decir, miembro de una comunidad de creyentes que llaman a Cristo su Señor, y que intentan parecerse algo a él, aunque todos hayamos de reconocer una y otra vez que poco más conseguimos que añorar su presencia en nuestras vidas. Parecernos a Cristo Jesús ha sido y es nuestra ilusión y nuestro tormento.

Todos sabemos de tiempos y lugares en los que la Iglesia se ve obligada a vivir en la clandestinidad. Supongo que no es ése todavía el caso de la Iglesia que peregrina en España. Supongo que esa Iglesia es una realidad social reconocida en el ámbito civil, y, por eso mismo, con derechos y deberes civiles aceptados y reconocidos por todos. Supongo también que quienes por ser creyentes pertenecemos a la Iglesia, no habremos perdido por ello la categoría de ciudadanos. He de suponer, en consecuencia, que cada uno de los que pertenecemos a la Iglesia, y quienes de algún modo la representan por la autoridad de que gozan en ella, tenemos, como cualquier ciudadano, el derecho a meternos allí donde a los que ejercen el poder les molesta que nos metamos.

Por si alguien lo hubiese olvidado, los cristianos, defensores de la laicidad del Estado, somos en el Estado laico ciudadanos, y somos libres, también para meternos donde no nos llaman.

Mayo de 2009.

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