¿ No ven que hay un nido ocupado ?

Mi hija Yolanda es de izquierdas, y lo es desde que también ella, como las ‘pegas’ del relato, estaba en el nido.

De cuando en cuando, mi hija le quita tiempo al tiempo y acerca a mi existencia un pedazo de la suya.

Nos une desde hace mucho tiempo la búsqueda de la verdad y el amor a las cosas pequeñas de la vida.

Mi hija Yolanda me envió este mensaje en un atardecer de marzo:

Buenas tardes, Monseñor.

Siento mucho lo del Padre Peteiro, sé cuánto lo quería Vd.… Siempre es triste saber que alguien a quien quieres ya no está, pero también, dicen, que en esos momentos hay que pensar en la dicha que hemos tenido de vivir momentos de nuestra vida al lado de esa persona y haber disfrutado de su compañía. A mí me parece que puede ayudar en momentos de dolor…
Una pequeña historia ¿recuerda el nido de las urracas (me gusta mucho más la palabra «pegas», más rotunda, más sonora, más instintiva, más de la Naturaleza) que hay frente a la ventana de mi dormitorio? Pues un día llega un vecino con un escrito pidiendo mi firma para que talasen esos árboles, y plantar otros de adorno, porque las hojas y los pájaros ensuciaban las aceras y quitaban la luz...Para mí es ése un rincón de vida que contemplo todos los días, me gusta ver cómo se turnan en el nido, como trabajan retocándolo, cuántas cosas de colores traen: cintas, tapones, trocitos de plástico, ramitas, hojas, mil cosas que colocan cuidadosamente, ayudándose, a veces, entre las dos, una por dentro y otra por fuera, agitando las alas y saltando de ramita en ramita incesantemente, manteniendo un equilibrio sólo comparable al Circo del Sol. ¡Y quitan la luz! A mí me dan la luz, me ayudan a vivir, a reconciliarme con el mundo. Así que, tratando de no ofenderlo, le dije: mira, yo soy de aldea; para mí las hojas y las pegas no manchan, prefiero mil veces antes esa visión que la pared pintada y las ventanas de aluminio de la casa de enfrente. Lo siento, pero yo no firmo. Se fue no entendiendo mi postura y con cara de pocos amigos; para mí clara y diáfana como el agua del arroyo era mi postura. Días después, veo a los operarios de CESPASA con la grúa, sierras y tijeras de podar. Bajo al vuelo. -Por favor, ¿qué van a hacer, no ven que hay un nido ocupado? –“Sí señora, xa o sabemos, pero temos orde de podar todos os árboles, e ése precisamente por debaixo do niño”.- Ay, por Dios, ¿con quién puedo hablar?, eso es una barbaridad, son seres vivos y es su casa.- “Pois nós non lle sabemos”. -Por favor ¿pueden ir podando los otros y me dan tiempo para llamar por teléfono?... Llamé al 112, allí me dijeron que llamase a la Policía Local, aquí que llamase a CESPASA -los de parques y jardines- y ahí, tras hablar con la señorita que coge el teléfono, me pasó con el encargado, al que traté de resumirle realidad, ecología y sentimientos, todo en uno. Me atendió y me entendió; y los llamó él para decirles que ese árbol lo talasen por encima del nido. Estuvimos un día sin verlas, pensé que se habrían asustado, pero no, volvieron y ahí están, trabajando, disfrutando, viviendo. No sabe qué alegría. Me gustaría hablar en persona con ese encargado de Parques y Jardines y hacerle ver lo agradecida que estoy por su gesto. Siempre lo dejo para otro día. A veces uno no expresa con un simple ¡gracias! lo feliz que la ha hecho una actitud determinada, aunque con lo expresiva que soy, espero que así lo haya entendido.
Ya no le entretengo más, Monseñor. Deseo haberle ayudado durante unos minutos a olvidar sinsabores del día.
Un fuerte abrazo de su hija, Yolanda

Yo creí necesario adherirme y firmar su alegato a favor de los nidos ocupados.

Marzo de 2010.

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