Aprendiendo a bailar... con la nada

Me pregunto cómo será un campamento de verano para niños, ¡y “ateo”! Me pregunto cómo se las apañarán los organizadores para dejar a Dios fuera de ese proyecto, que sería tanto como dejarlo fuera de las miradas y las risas, fuera de la algarabía del agua en unos ejercicios de natación, fuera del ritmo de las palas sobre el río que sostiene la piragua, fuera de esa sinfonía inacabada que es la evolución, fuera de la música de John Lennon, fuera de la luz de la razón.

¿Y qué pretenden hacer los promotores de ese campamento improbablemente “ateo”? “Se enseñará a los niños una actitud de escepticismo racional, además de actividades deportivas…Recibirán lecciones de filosofía moral y biología”. Los niños serán iniciados en “el pensamiento crítico, y una de las pruebas a las que se someterá a los participantes es la bautizada como el desafío del unicornio invisible”: Dios tiene la misma consistencia real que el unicornio invisible, es decir, ninguna, aunque esto no sea posible demostrarlo.

Imagínate” el día después de ese campamento. Tú que regresas de la gran iniciación, imagina que no hay casa familiar en la que puedas habitar; imagina que al volver encuentras sólo paredes y techos, fruto insípido del azar y la necesidad; imagínalo: Te será “fácil si lo intentas”. Nadie ha creado para ti un hogar; nadie te ha dado nunca un beso, sólo te han baboseado la cara, y te han molestado cuando dormías; la mesa que conocías, nunca fue una mesa y nunca estuvo servida, era sólo un mostrador, y la encontrabas sólo puesta; y la mamá nunca ha sido tu mamá, sólo era una aséptica fábrica de óvulos, transformada luego en receptáculo temporal de células parásitas que, para desarrollarse, necesitaban una calefacción de alquiler. Ahora ya sabes que el amor y la ternura son mitos que tienen la misma consistencia real que los unicornios de tu campamento. Tú sabes que no existen, aunque no seas capaz de demostrarlo.

Imagínate que no hay cielo”, dice la canción, “es fácil si lo intentas”. Imagínalo, niño del campamento “ateo”, y sigue hasta el éxtasis el ritmo de la canción: “¡Imagina que no hay cielo!, ¡que no hay cielo!, ¡que no hay cielo!” En cinco días te habrán enseñado a bailar con la nada, a flirtear con la nada… Los harás felices el día que te vean casado con ella.

Junio de 2009.

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