En la fuente del amor a la vida

Por la mañana me llegó este mensaje:

Buenos días, Sr. Arzobispo. Hoy para mí no es un día cualquiera. Soy vasco, de Arrigorriaga, Barrio de Santa Isabel. Eduardo Puelles  ha sido asesinado por ETA a escasos metros de mi casa. Éste no es el único atentado que hemos sufrido al lado de mi casa, pues un amigo mío fue asesinado de un tiro en la nuca cuando yo tenía 16 años; era quien nos enseñaba a jugar a frontón palas… lo vi tirado en el suelo con la cabeza reventada. Al padre de uno de mis amigos, que acaba de saludarnos a mi hermana pequeña y a mí, lo vi morir al estallar su coche por una bomba lapa… Hoy estoy fatal… rece por mí. Su hermano en Cristo, Mikel”.

Luego, en los informativos, oí declaraciones de unos y otros, cada quien en su sitio, todo necesario y correcto. Pude ver también a gentes del Congreso de los Diputados manifestarse ante la puerta de los leones… todo previsible, todo ya visto.

Pensé que a ETA aquella monotonía de declaraciones y manifestaciones la dejaría indiferente, si no divertida. Y no sentí más que tristeza.

El mensaje de Mikel llega desde la casa donde, día y noche, él y sus hermanos cuidan a un grupo de chicos, discapacitados profundos, que todo lo necesitan, y que todo lo reciben porque son amados. Mikel ha interiorizado en la conciencia el valor supremo de la vida, de toda vida  humana. Él no se siente fatal porque ha visto atentados –también los etarras los ven-. Sus sentimientos nacen en la fuente del amor a la vida.

La manifestación respetuosa y sentida de las gentes del Congreso, se hacía, sin embargo, a las puertas de un edificio en el que “atentar contra la vida de los que van a nacer” se va a convertir nada menos que en un derecho.

Demasiada gente, no sólo los etarras, se arroga el derecho de decidir sobre la vida de los demás, un bien inalienable, fundamento de todos los bienes de la persona, un bien del que nadie puede disponer.

El primer paso en el camino para derrotar a ETA es crear una conciencia ciudadana de amor a la vida, de respeto a la vida, de inviolabilidad del bien que es la vida.

Mientras ese paso no se dé, yo, como Mikel, sólo puedo sentirme fatal.

Junio de 2009.

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