Nidos... y milagros


Me asombran los nidos. Disfruto si los descubro acogidos al asilo de las enramadas. Admiro lo que atesoran de actividad, de sobresalto, de ternura, de belleza, de proyecto, yo diría incluso que de hogar. La pareja los hace con gran esfuerzo y, normalmente, con ingeniosa discreción. Todo en un nido está orientado a hacer posible la vida, ¡todo!: la forma, el lugar, la materia, las prodigiosas transformaciones de la pareja, la agotadora tarea desde el primer barro hasta el último vuelo para llevar un último bocado a la nidada. En el nido, todo se dispone para hacer posible otro vuelo, otro canto, otro misterio, otro poema, otra vida. Deshacer un nido se me antoja algo así como privar al aire del vuelo de un milagro.

Marzo de 2009.

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