¿Soñador? Cadáver... o delincuente

Primero apartaron la barca de tierra, sólo un poco, y Jesús se puso a enseñar. Hablaba de Dios y de un Reino en el que amor y justicia alcanzaban a los desheredados de la justicia y del amor.

Luego, el Maestro dijo: “Mar adentro”, y salieron para largar aparejos y pescar. Aquella pesca fue un milagro, revelación de misterio presente en un mundo de trabajos y pecado; aquello fue para los testigos el comienzo de un mundo nuevo.

Hoy, de muchos lugares del norte de África, salen “mar adentro”, camino de Europa, zódiacs, pateras, cayucos, míseras embarcaciones cargadas de humanidad joven, que sueña también para ella su pesca milagrosa, una humanidad nacida con derecho a soñar y condenada a morir sin tocar la realidad de lo que sueña.

No podemos medir el dolor de quienes sufren en la frontera sur de Europa; ni siquiera somos capaces de estimar el número de los que en ella mueren. Eso sí, dolor innecesario y muerte violenta parecen formar parte del paisaje, y corremos el riesgo de habituarnos a verlos como se ve amanecer o llover.

No hace mucho, en aguas del Mediterráneo, entre Libia e Italia, murieron 73 inmigrantes. Otros cinco fueron rescatados con vida. El día en que fueron rescatados de la muerte, ese mismo día empezaron a ser delincuentes por ley en el estado italiano.

El sábado pasado, de treinta y seis personas que, amontonadas en una zódiac, soñaban con alcanzar las costas de España, sólo 11 fueron rescatadas con vida. El mismo día en que fueron rescatadas, esas personas empezaron a ser delincuentes por ley en el estado marroquí.

Cadáver o delincuente: tristísima e inaceptable alternativa para quienes sólo han soñado la alegría de una pesca milagrosa.




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