Concordes en desacuerdo


(Carta abierta que me dirigió Juan Masiá a través de Religión Digital)

Estimado señor Obispo y querido hermano don Santiago: He leído su comentario en Religión Digital con apuro, con gusto y con ganas de conversar con usted sobre lo que le hiere y duele. Primero, con apuro, porque menciona mi ligera opinión ensayística junto a las de dos personas de la altura y peso de Alegría y Glez. Faus. Non sum dignus, ¡por favor! Segundo, con gusto, porque me consta de prelados que piensan lo mismo que usted, pero no tienen agallas para decirlo directamente y se limitan a tirar la piedra y esconder la mano, recomendando a los superiores religiosos del presunto enfant terrible su silenciamiento. Y tercero, con ganas de conversar con usted sobre lo que dice que le hiere y duele, con el deseo de aliviar su pesadumbre.

Concuerdo con usted, don Santiago, en ver la iglesia, como usted bien dice, como "la comunidad con la que celebro cada domingo a Cristo resucitado". Concuerdo con usted en que al decir "la iglesia" (como sujeto de la frase), para atribuirle el miedo al mundo, se hace una generalización indebida (tanto lingüística como teológicamente). Concuerdo con usted y admito que sería preferible reformular así: En vez de decir "la iglesia tiene miedo...", digamos: "En la iglesia hay mucho miedo, en algunos sectores de la iglesia española hay mucho miedo, en algunas instancias jerárquicas de la iglesia hay mucho miedo, en la cúpula de la CEE tienen diarrea de miedo etc..."

Estoy en desacuerdo con su desacuerdo con los juicios de Alegría y Faus, porque no me parecen juicios históricamente muy acertados. ¡Cuánto hizo sufrir la jerarquía eclesiástica de su tiempo a san Francisco de Asís y cuánto tardó en reconocerlo! Basta leer la historia de la Iglesia para reconocer que, como decía Pablo VI, necesita estar siendo siempre reformándose, semper reformanda!.

Concordes, pues, en desacuerdo, hermano Santiago, pero sin discordia. Concordes, porque tenemos un mismo corazón: la fe en Jesús (eso es lo que nos une, y no las diversas teologías). No disentimos de la iglesia como quienes están fuera de ella, sino sintiéndonos Iglesia y sintiendo con la iglesia, por amor y fidelidad a ella, disentimos de sus contradicciones internas, que nos hieren y duelen.

Por ejemplo, hiere y duele que un cardenal amenace a una editorial católica con quitarle el título por publicar un libro tan meritorio como el Jesús de Pagola. Hiere y duele que un obispo amenace a un superior religioso para que destierre a un teólogo experto y religioso tan fiel como Arregui. Hiere y duele que cierto obispo pronuncie solemnemente afirmaciones discriminatorias contra personas por su orientación sexual.

Hiere y duele que se margine a la mujer en nuestra iglesia, tanto a las religiosas como a las seglares. Hiere y duele la situación anómala de algunos sectores, e incluso de instancias jerárquicas de la iglesia en el estado español, que sistemáticamente promueven la involución y marcha atrás de la renovación del Concilio Vaticano II y se alían con los grupos de extrema derecha política, económica y religiosa, añorando los días del nacionalcatolicismo.

Dicho sea todo esto sin la más mínima discordia, con-cordando como concordamos, a pesar de los des-acuerdos (que se deben a que todos y todas desafinamos un poco y los acordes no armonizan).

Agradeciéndole por decir lo que piensa sin tapujos, deseándole que lo siga diciendo de esa manera (en vez por la espalda como hacen algunos "mayordomos de Curia") y reafirmándome en comunión con usted in sinu matris Ecclesiae, y orando juntos por la unidad y la renovación de la Iglesia, un fraternal abrazo.

Juan Masiá SJ

Julio de 2010.

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