Verdad... y libertad

Ni el mundo cristiano ni el mundo islámico ni el mundo de la in-creencia tendrán posibilidad alguna de futuro sin una apuesta decidida por la libertad de los individuos y de los pueblos: La libertad.

Cuando alguien, cristiano, musulmán o no creyente, en nombre de su verdad, considera necesario o conveniente coartar la libertad de los demás, se hace siervo de la mentira, esclavo del engaño, adorador de la nada: ¡idólatra y tirano !

El mismo que dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, dijo también: “La verdad os hará libres”: libres de la ley, libres de ideologías, libres frente a la naturaleza, libres frente a los poderes del mundo, libres del odio, libres del temor a la muerte, libres de esclavitudes, libres como hijos, sencillamente ¡libres !

Quien es de la verdad, busca la verdad. La verdad no es lo que se posee, sino lo que se ama.

El criterio fundamental de la verdad es la fidelidad al deseo de saber” (J. F. Haught).

Enemigo de la verdad en mi vida no es el hermano que me habla de lo que él ha encontrado, de lo que ha visto, de lo que ha soñado, de lo que cree, de lo que busca, de lo que espera; el único enemigo de la verdad en mi vida es el que va conmigo, dentro de mí, y me lleva a identificar la verdad –identificar a Dios- con mis deseos, mis ideas, mis valores, mis bienes, mis leyes, ¡mis verdades!

Las leyes antiproselitismo, allí donde se aprueban y se imponen, no son más que espejos donde se refleja el miedo a la libertad de conciencia, a la libertad religiosa, a la libertad de expresión, ¡a la libertad ! Y cuanto más restrictivas son esas leyes, más reveladoras resultan de la debilidad que padece la ideología que las promueve.

Me pregunto si la crisis más grave que está padeciendo la humanidad en este principio de siglo no será precisamente la crisis de la libertad. El futuro no está en la Banca, sino en el corazón de cada hombre. ¡Sé libre ! ¡Apuesta por la libertad !

Marzo de 2010.




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