El amor y el mal

Mi hija Helena lo denunció así:

«Tánger dieciséis de febrero 2010.

Imagina que diste a luz el domingo pasado en un hospital público marroquí. Un niño precioso.
Imagina que te dieron el alta al día siguiente, lunes.
Imagina que volviste a casa, cansada, sangrando del post-parto, con dolores aún en un útero que lucha por volver a su sitio.
Imagina que en casa te está esperando tu niña de dos años y tu pareja.
Imagina que esta mañana mientras bañabas al bebé comenzaste a ver que le costaba respirar.
Imagina que corriste al hospital...
Imagina que te dijeron que no podían atenderte.
Imagina que fuiste dos veces.
Imagina que, la tercera vez, tu bebé dejó de respirar casi en la puerta del hospital.
Imagina que pediste auxilio por tu bebé muerto.
Imagina que se lo llevaron a la morgue del hospital.
Imagina que a ti, a tu niña de dos años y a tu pareja os llevaron a comisaría…
imagínate negra, imagínate africana, imagínate pobre, imagínate sin papeles

Mañana iremos al Tribunal, mañana un hombre de este reino decidirá si te tiran a ti y a tu niña al desierto de madrugada. A partir de ahí la suerte decidirá si serás violada, si tu hija será raptada o, por qué no, violada también.

Querida Helena:

Estoy aprendiendo a descifrar lo que en mi entorno quiere decir ser negra, africana, pobre y sin papeles. No me pidas, sin embargo, que imagine angustias que no he llegado a padecer, o un amor que no he llegado a conocer. Necesitaría entrañas de mujer para saber lo que duele un hijo perdido apenas abrazado. Necesitaría un corazón de madre para intuir el amor que se regala en una caricia apenas estrenada. 

El obstinado «imagina» de tu denuncia, más que imperativo de imaginar, parece substantivo de incredulidad, interjección de asombro, protesta de la mirada ante el mal que se te desveló oscuro más de lo que tú misma hubieras podido imaginar. Has visto de cerca crueldad y vileza que suponías extrañas al corazón del hombre. ¡Has conocido de cerca el infierno!

Ahora soy yo quien te pide que imagines.

Imagina el amor que se te revela y te alcanza cuando la fe te dice: “Al principio creó Dios el cielo y la tierra”.
Imagina el amor del que son mensajeros el día y la noche, la luz y las tinieblas, el agua y la tierra, el aire y la vida.
Imagina el amor que atraviesa las palabras del designio divino: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen  los peces del mar, las aves del cielo y los  reptiles del suelo”.
Imagina el amor por el que Dios llama a Abrán y bendice con él a la humanidad entera: “Sal de tu tierra... Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo”.
Imagina la fuerza del amor que abre el mar para que los esclavos recorran a pie enjuto el camino que lleva a la libertad.
Imagina el amor que dicta la palabra de la Ley, regala la palabra profética, inspira la palabra sapiencial.
Imagina, si puedes, el amor con que Dios nos ama, amor tan sin medida que Dios ha entregado a su Hijo, para que por él tuviésemos vida eterna.
Imagina ahora el amor con que nos visita cuando, mujer “negra, africana, pobre y sin papeles”, Dios llama a la puerta de nuestra vida, viene a su casa, viene a los suyos…

Querida: Si el mal que me pides imaginar resulta absurdo en tu mundo soñado de mujer, “imagina” su tenebrosa oscuridad en el mundo que Dios ha soñado para nosotros y para él.

 Dios creó el cielo y la tierra” para hacerse huésped del hombre, y el hombre creó las fronteras para controlar los pasos de Dios.

De muchas maneras y en todos los tiempos Dios vino a los suyos. Lo llamaron Palabra, Ley, Sabiduría. Se llamaba Jesús. Ahora se llama mujer “negra, africana, pobre y sin papeles”. Dios “vino a su casa, pero los suyos no lo recibieron”. Lo humillaron, lo llevaron al tribunal, lo empujaron fuera de la viña, lo deportaron al desierto, y lo mataron…

Tú me dices: Imagina, si puedes, el mal.

Y yo te digo: Imagina, si puedes, el océano de amor que envuelve el mundo y lo redime del mal.

Sólo el amor hace nuevas las cosas, sólo el amor les devuelve la bondad.

Imagina que todos nos ponemos a la tarea de amar.

Un beso.

Febrero de 2010.

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