Crueldad y principios

Crueldad: “Calidad de cruel”.

Cruel: Se dice de quien “sin necesidad o por placer hace daño”, o de quien “se complace en los padecimientos ajenos”.

Sospecho que la crueldad es propia del hombre y que es siempre inhumana. Pero la que se nutre de principios me parece particularmente peligrosa, no porque resulte más hiriente o más humillante o más sangrienta que cualquier otra, sino porque es más sutil, más encubierta: ¡Es crueldad disfrazada!

Vale la pena recordar la narración evangélica acerca de aquella mujer sorprendida en adulterio. En el ánimo de letrados y fariseos se intuye disfrazada de justicia la voluntad de hacer daño, y disfrazado de bondad el placer por el mal ajeno.

Supongo que Jesús, mirando a aquella mujer, vio delante de sí la humanidad humillada que había venido a levantar, la comunidad de excluidos que él amaba, la Iglesia de pecadores que él soñaba limpia y con la inocencia recobrada.

Supongo que en aquella mujer Jesús se vio a sí mismo, se vio “puesto en medio”, señalado, condenado, necesitado de compasión, hambriento de una mirada amiga.

Supongo que los principios sólo son verdaderos cuando los formula el amor. Supongo que sólo se interpretan con verdad cuando se leen con los ojos de los que sufren.

Mayo de 2009.

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