A un amigo... sobre minaretes y miedos

Hermano mío: Sorprende que alguien atribuya el resultado del referéndum suizo sobre los minaretes, a un presunto miedo de los suizos a que los islamicen. No imaginaba yo que los minaretes tuviesen tal poder de comunicación y de convicción.

Ese referéndum y su resultado se pueden interpretar de otras maneras: puede que se trate de una limitación caprichosa de libertades, impuesta por una mayoría a una minoría de ciudadanos; puede que se trate de un primer paso hacia la prohibición de los campanarios; o tal vez se trate simplemente de relegar el hecho religioso al ámbito de lo estrictamente privado... 

Por mi parte, me pregunto qué sentido tiene ilegalizar algo que no representa mal alguno para la sociedad… Me pregunto también si la ignorancia, la intolerancia o la xenofobia no tendrán algo que ver en todo esto.

El no al minarete lleva implícito, y no tan implícito, el no a lo distinto de lo mío, el no a lo de los otros, el no a los símbolos de una fe, y puede que dentro de nada, el no a cualquier manifestación pública de creencias religiosas, que es como decir el no a la libertad religiosa, que es como decir el no a la libertad. ¡Democracia contra libertad!
En mi conciencia han sonado las alarmas, porque, lamentablemente, muy lamentablemente, lo cristiano se ha entendido desde hace demasiado tiempo como forma de fe individual, y se ha olvidado que, por ser cristianos, somos una comunidad, un pueblo, y como pueblo necesitamos manifestarnos. Español nací. Europeo me hicieron. Cristiano, pedí serlo y se me concedió: se lo pedí a una comunidad, y en ella fui recibido. Mi comunidad de pertenencia es la cristiana, y para esa comunidad reclamo los derechos de que pueden gozar en mi nación y en Europa las asociaciones civiles y religiosas legítimamente constituidas. Y lo que reclamo para mí y para mi comunidad de fe, lo reclamo igualmente para las demás comunidades religiosas.

Los minaretes no me asustan. Los fanatismos, sí. Y éstos pueden también ser suizos.
Un abrazo, hermano mío.

Diciembre de 2009.

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