Pues que es Cristo el pan que
llevamos para el camino, y que él solo es el mensaje que hemos de anunciar, con
él a solas nos hemos de quedar, “para descansar un poco”, nos dice él,
para conocerle de cerca, nos pide el corazón.
Fíjate en lo que dice: “Venid a
descansar un poco”. Un día, una mujer de Samaría lo encontró, cansado y
sediento, sentado junto al pozo de Jacob. A la mujer, aquel sediento le ofreció
de beber. Y a todos, agotado del camino y crucificado, nos ofrecerá alivio y
descanso.
Hoy, en la eucaristía, nos
retiramos con él, nos sentamos junto a él, escuchamos su palabra, gozamos de su
presencia.
Él es hoy el pan de nuestra mesa,
aquí te entrega su vida y te invita a entrar en su descanso.
Tu Señor es tu pastor, el que te
conduce hacia fuentes tranquilas, el que repara tus fuerzas. Con él nada temes,
pues su sola presencia te sosiega.
Te han unido a él los lazos de tu
necesidad. Lo han unido a ti los lazos de su bondad y su misericordia.
Por eso, al que es tu pastor, lo llamas
también ‘mi paz’ y, por la fe, has hecho en él tu morada: ¡Mi pastor, mi paz, la
casa donde habito por años sin término!
Feliz domingo.
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